Desde su definición como partido marxista en su XXVII Congreso de 1976 hasta 1992, el PSOE tuvo que ir adaptando su discurso ideológico y su programa político a las cambiantes condiciones sociales y económicas de finales del siglo XX. El principal acontecimiento al que tuvieron que hacer frente tant...
Desde su definición como partido marxista en su XXVII Congreso de 1976 hasta 1992, el PSOE tuvo que ir adaptando su discurso ideológico y su programa político a las cambiantes condiciones sociales y económicas de finales del siglo XX. El principal acontecimiento al que tuvieron que hacer frente tanto los socialistas españoles como sus homólogos europeos fue el final del contrato social que supuso el socialismo keynensiano, representado en un Estado del Bienestar que ofrecía amplios programas sociales y una situación de pleno empleo, debido a la crisis del capitalismo fordista. Llegado al gobierno en 1982 el PSOE experimentará las dificultades de poner en práctica su propio programa electoral «Por el cambio», que estaba basado tanto en el reformismo socialdemócrata como en un paradigma de socialismo que aspiraba a la extensión de la democracia hacia todas las esferas de la vida, incluida la económica. Tras la primera legislatura socialista, en la que primarán las políticas económicas de corte liberal frente a las socialdemócratas, el socialismo español y el europeo se embarcarán en un proyecto de modernización que estaría tratando tanto de aunar el discurso ideológico con la praxis socioeconómica como de poner las bases para un socialismo del futuro que podemos calificar como de «socialismo liberal». Este proyecto de modernización del socialismo que comienza a mediados de la década de los ochenta fracasará, ya que no conseguirá poner en marcha una verdadera alternativa económica y social al neoliberalismo que tuviera por lo menos la misma consistencia del gran contrato social de mediados del siglo XX del socialismo keynesiano. Aunque este proyecto de modernización contenía interesantes elementos, fracasó fundamentalmente porque no se proponía transcender el capitalismo, ni tan siquiera transformarlo. Partiendo de muchas de las bases teóricas establecidas por los modernizadores de la izquierda de los años ochenta y noventa, el socialismo del siglo XXI ha de revitalizar dicho proyecto de modernización construyendo las bases de una nueva alternativa económica y social centrada en la separación y diferenciación entre la economía de mercado y el capitalismo, siempre que por mercado se entienda un espacio público que es sinónimo de sociedad, de ciudadanía económica y social, de democracia y de igualdad real de oportunidades.
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