Ante la tragedia del suicidio de un ser querido, no hay que juzgar. Sólo acompañar. En 1983, Abel Posse se enfrentó a un suceso altamente traumático. Vivía entonces en París con su esposa y su hijo Iván. Un domingo cualquiera el matrimonio salió de su domicilio para comprar un regalo para un amigo; ...
Ante la tragedia del suicidio de un ser querido, no hay que juzgar. Sólo acompañar. En 1983, Abel Posse se enfrentó a un suceso altamente traumático. Vivía entonces en París con su esposa y su hijo Iván. Un domingo cualquiera el matrimonio salió de su domicilio para comprar un regalo para un amigo; a su regreso se encontró con lo indecible: el suicidio del hijo. Tuvieron que transcurrir tres décadas para que algo se removiera en su interior y Posse asumiera el desafío gigante de escribir un episodio tan desgarrador. "Durante 26 años no le dije a nadie, ni a mi hermana ni a mis mejores amigos, cómo habían sido esos días en que conviví con el cadáver de mi hijo. Hay dos reflexiones fundamentales en el libro, que es la crónica de una tragedia y un itinerario para comprender la muerte de una manera alternativa. Una reflexión gira en torno a la muerte, particularmente a la de aquella que cae sobre el ser que debería sobrevivirte, y la otra sobre la vivencia de la ausencia, una vivencia que puede llevarte a una etapa muy feliz en la que te das cuenta de que el muerto vive dentro tuyo, que uno es el último camino de su vida en el mundo", declararía en 2009 a La Gaceta de Tucumán. Se trata de un libro estremecedor, sincero y sin melindres. La reconstrucción de las primeras horas, el impacto, la estupefacción, la sangre, el cuerpo inanimado... El horror. La obra investiga en los recovecos del alma mediante entrevistas con las personas que componían el universo de su hijo y narra un viaje iniciático en coche desde Francia a Israel que tiene el objetivo de evaporar el sufrimiento de la irreparable pérdida. La escritura se sublima y alcanza el valor de conjurar la crisis existencial que todo padre que afronta la muerte de un hijo adolescente debe enfrentar. Posse muda la piel a través de un ejercicio terapéutico, conmovedor y magistral que no encaja en ningún género literario convencional. Ya lo avanzó el filósofo Anaximandro de Mileto hace casi tres milenios: "Todo lo que es ya no será, nada nace y nada muere". Esta verdad continúa vigente.
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