Las leyes pueden generar igualdad de derechos, pero jamás conseguirán igualar lo que la naturaleza ha configurado diferente.
Una espectacular reflexión sobre el uso del pensamiento y del conocimiento.
Ese “elixir” que el hombre bebió del árbol de la sabiduría, según la metáfora bíblica, y que le costó la expulsión del paraíso, no es más que un boomerang que le ha generado ansiedad, pena, tristeza… en suma, insatisfacción y desencanto. Es lícito pues, que después de su experiencia trate -iluso- de volver al vientre del paraíso.
La novela propone, de una forma velada, el obsesivo fin de la raza humana por el poder y la libertad. Hay en ella ideas brillantes e insospechadas, como el cambio de roles de sus componentes. El autor hace uso de la manipulación genética para conseguir mutaciones a la carta y modelar la condición humana al juego de su fantasía o de la entelequia de la realidad. Con ese inquietante destino que nosotros mismos nos estamos preparando.
El libro está lleno de preguntas e interrogantes que se postulan como irresolubles, pero que a lo largo del texto, el autor las va resolviendo con un ingenio y fantasía inimaginables, de forma que el lector, fatigado ya en lecturas fofas, inanes y soporíferas, no caerá en el desánimo, sino que deberá entregar al máximo su pensamiento para entender con ese vocabulario humilde, compacto y conciso, el inteligente mensaje contenido en este libro. Un libro que podría hacer suya aquella máxima de Unamuno: “Mira amigo, cuando lances al mundo tu pensamiento, procura que sea denso, denso…”.
