Azorín 1970 no es solo un libro de investigación sobre el desplome de un edifcio en construcción en la Almería de hace cincuenta años, que causó quince muertos. Esta obra es también un ameno recorrido histórico y sociológico por la provincia, en la que se mencionan a más de dos mil personas protagonistas de aquella realidad almeriense. Este libro, además, desentraña la historia de la antigua Huerta de Azcona, hasta convertirse en zona urbana; la creación de las calles Altamira, Hermanos Pinzón o Gregorio Marañón con sus primeros negocios y habitantes; profundiza en el boom de la construcción en Almería con innumerables referencias a comunidades de propietarios, edifcios, constructores y contratistas. Azorín 1970 también recoge las aportaciones de familias almerienses, con apellidos ilustres, en benefcio de la ciudad; quiénes eran y qué hacían las autoridades de hace medio siglo o cómo la solidaridad de toda España miró hacia Almería con ministros recorriendo nuestras calles. Aquí hay sitio para todo lo que era importante en la Almería de 1970: modestos equipos de fútbol, inundaciones en barrios pobres, el precio de los alimentos, accidentes laborales, apertura de nuevos colegios, analfabetismo, médicos de prestigio, comercios famosos ya desaparecidos, hoteles de cuatro estrellas… Pero, sobre todo, este libro homenajea a todas las personas que, de una forma u otra, sufrieron por esta impresionante tragedia: fallecidos, abogados, viudas, procesados, huérfanos… y también recuerda a muchos héroes que aportaron su ayuda o saber para hacer más llevadera una catástrofe que enlutó a Almería durante años: vecinos, empresarios, obreros, técnicos, soldados, sacerdotes, bomberos, sanitarios o periodistas. Y, además, el juicio, los testigos, la sentencia, los recursos, las amnistías y cómo la prensa de la época relató la catástrofe mortal, aun existiendo la censura. Todo eso… y la maldición. La venta de este libro permitrá ayudar en sus objetvos sociales a la Fundación Creando Futuro, en la Patagonia (Argentna). Está dirigida por el misionero almeriense Padre Luis García, con voluntarios de nuestra provincia. Se dedica a la contención, manutención y educación integral de niños y capacitación laboral de adolescentes sacados de las calles de Viedma, la capital de Río Negro.
