A 45 años del 24 de marzo de 1976, referentes de la política, los derechos humanos, la comunicación, el derecho, la economía y la cultura reflexionan colectivamente sobre los efectos del golpe de Estado y el posterior genocidio en el entramado social.
Una de las configuraciones del genocidio es que sus efectos continúan más allá del tiempo que duran sus acciones. Por eso, hoy, resulta imprescindible analizar y reflexionar acerca de sus consecuencias, tramas y disputas de sentido.
De todas las voces, Luis Zarranz convocó a aquellas que entienden que, aunque no está todo dicho, “No nos han vencido”. Así para Hebe de Bonafini “las consecuencias de la Dictadura no fueron ni son personales y todavía pueden verse”. Eugenio Raúl Zaffaroni explica por qué el entrenamiento de esos años sangrientos dejó su huella y quedó en el mundo judicial un hábito de silencio. Andrés Larroque trae a la memoria la idea de “los fantasmas que resurgieron de aquel país del mal a partir de 2015”. Andrés Asiain analiza la pesada herencia que dejó José Alfredo Martínez de Hoz. Clarín y Papel Prensa es siempre tema de Víctor Hugo Morales. Dora Barrancos describe y reflexiona acerca de la cartografía del movimiento de mujeres y de su admirable actuación antidictadura y Lucía Portos analiza el concepto de Memoria, Verdad y Justicia. Además, se agregan las reflexiones y análisis de Alejandra Gils Carbó, Cristina Caamaño, Sergio Chouza, Ari Lijalad, Daniel Catalano, Iván Wrobel, Alejandro Kaufman, Marcelo Figueras, Sonia Alesso, Emanuel “Peroncho” Rodríguez y Pablo Llonto.
María Sucarrat, en el prólogo del libro, escribe: “El terror sigue latente. Y nuestro deber es siempre ubicarlo, conocerlo, luchar para que no vuelva a la escena. Es por eso que existen los actos, las rondas, las marchas del 24 de marzo. Es por eso que existe este libro”.
