Isabel Cerdeira pone aquí palabras a una tormentosa y reciente experiencia. El dolor, la incomprensión, el silencio pétreo, el encierro y la pérdida de la libertad, la desconcertante injusticia y el deseo de lucha llenan las páginas de este libro, Cuadernos de internamiento. Poesía y otras empresas. Ella habla en primera persona. Y lo hace directamente, sin trampantojos, con palabras entrecortadas y vivas, demasiado vivas, como lo prueba el padecimiento que amontonan. Es la misma persona que publicó hace muy poco un estudio académico y coral titulado Exilio, mujeres, escritura (Xoroi, 2019) y con anterioridad otras obras, entre ellas el ensayo de sociología clínica Novela e historias de vida (Sapere aude, 2017). La misma que ha dedicado buena parte de su vida a ayudar a los demás y a conocerlos mejor mediante sus quehaceres profesionales de profesora, trabajadora social, socióloga y psicoanalista. Pero en esta ocasión escribe sobre el dolor de existir y los «recintos dolientes», como llama en alguna ocasión a las unidades de hospitalización psiquiátricas; escribe acerca de algunos dramas propios más que de los ajenos, cosa esta que hacemos habitualmente los estudiosos y profesores. «La pluma sigue y dibuja trazos que el alma desolada no puede llegar a soportar», anota en las primeras páginas de Cuadernos de internamiento. Y con esta frase luminosa se advierte qué significa y qué función tiene para ella escribir y ponerle palabras a una vivencia desbordante. Porque escribir se convirtió para ella en el artilugio supremo para acotar y atemperar la desolación. La pluma y la hoja en blanco le han permitido llenarse de palabras y con ellas tejer los rotos del alma y del tiempo, puesto que las palabras son capaces de unir «un tiempo con otro, una ausencia con otra», de dar continuidad y favorecer una existencia más soportable. Como se ve, la autora tiene mucho más repertorio que la mayoría de nosotros, tan centrados en nuestros sesudos estudios, lo que