• ALHAMBRA. LEYENDAS ARABES, LA

    FERNANDEZ Y GONZALEZ, MANUEL COMARES Ref. 9788498361933 Ver otros productos de la misma colección Ver otros productos del mismo autor
    Manuel Fernández y González nació en Sevilla el 6 de diciembrede 1821. Su madre era granadina y su padre fue capitán de Caballería,que fue trasladado a Granada por motivos políticos y donde vivió mu-chos años. Su padre consideraba Granada como su segunda patria.Fernández y González era, según sus bi...
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  • Descripción

    • ISBN / EAN : 978-84-9836-193-3
    • Encuadernación : RÚSTICA
    • Fecha de edición : 20/09/2007
    • Año de edicion : 0
    • Idioma : CASTELLÀ
    • Autores : FERNANDEZ Y GONZALEZ, MANUEL
    • Número de páginas : 0
    • Colección : COMARES FACSÍMIL
    Manuel Fernández y González nació en Sevilla el 6 de diciembrede 1821. Su madre era granadina y su padre fue capitán de Caballería,que fue trasladado a Granada por motivos políticos y donde vivió mu-chos años. Su padre consideraba Granada como su segunda patria.Fernández y González era, según sus biógrafos, de carácter abierto y sin-cero, un escritor romántico, un gran novelista, un escritor folletinesco,como se le ha llamado popularmente.Sus estudios primarios los hizo en el Colegio del Sacromonte y losde Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad granadina, donde selicenció en 1847. A los 12 años ya escribía versos y a los 14 años su pri-mer libro de poesía y su primera novela sobre Don Pedro de Castilla.Estrenó en el teatro Isabel la Católica de Granada con gran éxito el dra-ma «El bastardo y el Rey».De joven y dado su carácter se cuentan numerosas anécdotas. Talvez la más conocida es la siguiente. Como subía mucho a la Alhambra,un día se proveyó de un anteojo con el que se entretuvo curioseando,escrudiñando los interiores de las viviendas del Albayzín y sorprendien-do escenas domésticas a través de ventanas y balcones. En una de susexcursiones visuales, descubrió a una bella muchacha que le impresio-nó. Era rubia, de airosa figura y de gentil desenvoltura. Fernández yGonzález era joven e impetuoso y se encandiló con la bella moza. Con-siguió localizarla. Se llamaba Manolita Muñoz de Padilla y era hija deun panadero del Albayzín. Cuentan que iba a verla con frecuencia. Mu-chas veces era de noche cuando visitaba a su novia. En aquella época,como quizás también hoy, hacía falta valor para adentrarse en ese ba-rrio. Por ello el joven e impetuoso escritor iba armado de dos pistolas.Un día perdió aquellas armas y cuando visitaba el taller del orfebreCasielles descubrió una magnífica e histórica espada, copia de la del ReyBoabdil. Y sin atender a más explicaciones la adquirió y con ella se ar-maba todas las noches para defenderse de inesperadas agresiones cuan-do subía a ver a su novia.Después de varios años en Granada, contrajo matrimonio en 1850poniendo a su mujer el mote de la «Fornarina» y a fines del mismo añose instala en Madrid dedicándose a las novelas, la mayor parte enfolletines y escribiendo más de 300 novelas. Como escritor fácil inclusollegó a dictar dos o tres novelas a la vez a sus secretarios, entre los quefiguraba Blasco Ibáñez. Sus novelas tienen carácter histórico y legenda-rio con influencias de Walter Scott y también de carácter social con in-fluencia de Dumas padre.Como quizás el escritor mejor pagado de su época, su gran produc-ción novelística le proporcionó fabulosas ganancias que le permitieronuna vida fastuosa de rico, millonario y con gastos desordenados, que alfinal de su vida le hicieron terminar en la pobreza.Se marcha una temporada a París, donde con su carácter abierto ysincero, alcanzó un gran éxito personal y literario. Volvió a Madrid re-anudando su intensa actividad más limitada. En las primeras horas dela tarde llegaba Fernández y González al Ateneo mascando un puro ytosiendo. Se apoltronaba en uno de los viejos sillones, le servían unacopa de aguardiente y una copa de agua con la especial circunstanciaque la copa de agua se llenaba de aguardiente y la de aguardiente deagua. Hablaba con su íntimo amigo Eusebio Blanco y los que le rodea-ban le oían muy complacidos. Su charla era siempre amena e ingeniosay cuando quedaban solos salían juntos y muchas veces no se separabanhasta la madrugada, cuando le dejaba en la puerta de su casa borrachoy sin un cuarto en el bolsillo, a pesar de que le había entregado por lamañana 3.000 reales a cuentas de las liquidaciones. Terminó por moriren una oscura buhardilla.Manuel Fernández y González falleció en Madrid el 6 de diciembrede 1888. Ya era muy admirado en los medios literarios de Granada. Cuan-do no existían las tertulias de la Cuerda granadina y la Cofradía del Ave-llano, acudía a la Tertulia del Carmen de las Tres Estrellas. Sobre la ter-tulia granadina del Carmen de las Tres Estrellas, propiedad del polifa-cético y escritor Antonio Joaquín Afán de Rivera (llamado el patriarcade las letras granadinas) se ha dicho con razón que no ha sido estudia-da en profundidad. No obstante, en un artículo titulado «Garden Party»de José Gago Palomo, publicado en El Defensor de Granada, se aclaranalgunos aspectos más o menos interesantes, como la descripción del car-men y de su nombre Las Tres Estrellas, que se debía a tres pequeños

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