El significado, el alcance y la inspiración que provoca  la palabra, tiene un impacto tan poderoso que es  capaz de transformar la mentalidad, incidir en los  sentimientos y, con ello, mover a la acción de quienes  atienden a un discurso. Para dominar este arte, es preciso desarrollar y gestionar una destreza, que  entraña una alta dosis de habilidad, la cual cobra  brillo de la mano de diversas técnicas, pero  especialmente, de la práctica esmerada y continua. Hablar en público es un ejercicio que compromete a  la inteligencia y voluntad, pues en la medida que  nuestras potencias están implicadas, dan cauce a una  diversidad de reflejos que gobiernan a los sentidos y  al movimiento. Por eso, la ejecución de este arte,  supone un esfuerzo integral, que hace que la persona  esté totalmente implicada en el proceso de la  comunicación.
En este caso, aunque es verdad que se han  simplificado las formas y se han diversificado los  medios, la importancia del buen uso de la palabra  sigue siendo la misma que en cualquier otra época. Sin embargo, también es cierto que ahora se le  dedica menos atención al método y a los conocimientos necesarios para ejecutar bien esta  tarea, lo cual afecta a muchos que precisan  perfeccionar sus habilidades oratorias. Es mi interés con este libro, no solo abordar este tema  de gran relevancia en nuestra vida, sino, además,  potenciar las aptitudes oratorias de quienes pongan  en práctica las ideas y sugerencias que les propongo  a los lectores a lo largo de sus páginas.