Finales de los años 70 del siglo XX. Nacho López destacado estudiante, consigue incorporarse al mundo de las grandes firmas multinacionales gracias a la amistad con una mujer a la que conoce de manera fortuita. El joven, ayudado por la influyente señora, comienza a labrarse una brillante e imparable carrera. Su admirable trayectoria se ve truncada cuando comienza a disentir con la dirección de la empresa en la que trabaja al descubrir graves irregularidades administrativas. La denuncia del caso le cuesta la expulsión fulminante y el descrédito social.
A partir de ahí, perseguido y acosado, se ve obligado a huir y a vivir en la sombra junto a gente excluida de la sociedad, con la que jamás habría imaginado una convivencia.
Paralelamente, veinticinco años más, tarde, coronándose el año dos mil, un joven director, de apenas cuarenta años pero con un dilatado currículo a sus espaldas, se incorpora a la recientemente inaugurada cárcel Madrid VI en Aranjuez.
Su verdadero objetivo consiste en acosar, vigilar, perseguir, incluso destruir, a un recluso al que, de manera incomprensible, trasladan de cárcel en cárcel .
Ambas historias, entrelazadas en capítulos alternos, confluyen en una sola para conducirnos a un inesperado desenlace: aquel joven que se había visto obligado a unirse a un grupo de hombres de la calle para, desde la clandestinidad, defender sus valores y su propia integridad física, es el mismo preso masacrado desde una década por el sistema. Su nombre: Ignacio López, alias “Imposible”.