• GRAN OBRA DE LOS CAMINOS DE SANTIAGO 21, LA. CAMINO DE INVIERNO

    PONFERRADA-MONFORTE

    VARIOS AUTORES HERCULES EDICIONES Ref. 9788419754639 Ver otros productos de la misma colección Ver otros productos del mismo autor
    La Gran Obra de los Caminos de Santiago – Camino de Invierno: Ponferrada-Monforte de LemosNos disponemos a adentrarnos en un itinerario jacobeo, reconocido por la Xunta de Galicia en 2016 y por lo tanto equiparable en este sentido a las restantes rutas hasta entonces recuperadas, que aúna muchos de ...
    Dimensiones: 300 x 220 x 40 cm Peso: 3000 gr
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    135,00 €
  • Descripción

    • ISBN / EAN : 978-84-19754-63-9
    • Encuadernación : TAPA DURA
    • Fecha de edición : 23/12/2024
    • Año de edicion : 0
    • Idioma : CASTELLÀ
    • Autores : VARIOS AUTORES
    • Número de páginas : 336
    • Colección : La Gran Obra de los Caminos de Santiago
    • NumeroColeccion : 21
    La Gran Obra de los Caminos de Santiago – Camino de Invierno: Ponferrada-Monforte de Lemos

    Nos disponemos a adentrarnos en un itinerario jacobeo, reconocido por la Xunta de Galicia en 2016 y por lo tanto equiparable en este sentido a las restantes rutas hasta entonces recuperadas, que aúna muchos de los valores indelebles del Bierzo y Galicia. Un camino en el que el medio natural, la geología y el paisaje gozan de un gran protagonismo en un territorio interior no excesivamente urbanizado. Trayecto rico en contrastes comarcales, con un bien declarado Patrimonio Mundial en su inicio, vinculado a las numerosas huellas de la minería romana que vamos a encontrar junto a la vía, y otro en ciernes de serlo próximamente, la Ribeira Sacra.

    En el Camino de Invierno o Camino del Sil, ambas denominaciones deberían comenzar a utilizarse sin distingos ni reparos, Ponferrada ya no es jalón del gran Camino Francés, sino también inicio de una vía con entidad propia que por el Bierzo, Valdeorras, Quiroga, y las tierras de Lemos, Camba y Deza, entronca con el Camino Meridional o Sanabrés, procedente de Ourense como prolongación de la Vía de la Plata, para proseguir hasta la ya cercana Compostela tras cruzar el Ulla y pasar al pie del legendario Pico Sacro.

    Este itinerario cumple los criterios que, desde los años 80, estableció el grupo de expertos del que formaban parte P. Caucci, R. Plötz, M. Díaz y Díaz, K. Köster o R. de la Coste-Messelière: la existencia de un camino directo hacia una meta bien identificada, que suele dar nombre al propio itinerario; una estructura hospitalaria de acogida, densa y consolidada a lo largo del tiempo; presencia de restos arqueológicos (puentes y calzadas medievales, capillas, fuentes…) y de signos específicos (conchas, cruces…); cultos vinculados al peregrinaje; toponimia viaria y de hospitales; tradiciones locales como leyendas, milagros, etc., relacionados con la peregrinación; presencia de documentación archivística referida al camino; cartografía histórica viaria; y, muy relevante, literatura odepórica.

    El peregrino tendrá la oportunidad de abrir camino, de sentirse como un agente promotor, según expresaba Elías Valiña con la mejor intención al pintar sus flechas amarillas, de la “gran invasión” que en su día vaticinó. Avalancha que nunca llegará a los excesos conocidos en los caminos Francés o Portugués, acaso porque esta ruta está llamada a constituir un refugio, un remanso de paz y tranquilidad, un espacio de convivencia más en la línea de la Vía de la Plata o, por su exigencia, del Camino Primitivo.

    Entre los atractivos de este Camino se suele citar uno bastante contemporáneo, y este es que atraviesa las cuatro provincias gallegas, caso único entre las rutas jacobeas.

    Cuenta también con valores patrimoniales, y entre ellos los generados por la tradicional cultura agraria y de la gastronomía. Porque uno de los elementos identitarios de esta ruta se encuentra en los cultivos que han modificado el paisaje natural a través de grandes terrazas fluviales en los cañones del Miño y el Sil, uno de los estandartes de esa Ribeira Sacra que conoció una intensa colonización monástica durante el Medievo. Cuatro provincias, sí, pero también tres espacios para la viticultura sugerentes: Bierzo, Valdeorras y Ribeira Sacra, con sus mencías y godellos. Y además una sorpresa: la presencia del olivar en la tierra de Quiroga.

    En el ámbito del patrimonio construido, hecha ya la mención a la arqueología romana y, consubstancial con el Noroeste, a la presencia del mundo castreño, ahí están los testimonios del Medievo en las iglesias mozárabes de Ponferrada y Priaranza, en los castillos templarios y condales de Ponferrada y Cornatel, en monasterios como los de Diomondi y Asma, en desgastadas calzadas como la de los codos de Belesar… ¿Y qué decir de los pazos (O Castro, Camba), de los cascos históricos de Monforte de Lemos o Chantada, de la arquitectura contemporánea representada en Lalín? Todo ello sin olvidar el mundo de la infraestructura viaria (puentes, fuentes, caminos, cruceros, petos de ánimas…) o del acervo etnográfico (la vivienda rural con sus anexos, hórreos, molinos, hornos comunales, lavaderos…).

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