Aquel conocimiento infinito, derramado en el tiempo, como diminutas gotas de ámbar, y dentro, el bello insecto milenario que mira, con ojos joya, indiferente, tu efímera angustia humana.
No pensarás.
Las palabras imitan la realidad de manera casi exacta, y más.
Se suceden, sin agotarse, los simulacros, como preciosos artefactos de relojería.
«Tropos», ?6?
Algo sucedió mientras no mirábamos.
Un instante, un parpadeo, y el universo entero movió sus infinitos, trasladó sus orillas.
No estábamos solos, aun así fue difícil extender las manos temblorosas y hallar lo semejante.
Un rumor de alas o fragilidades prolongaba sus alientos glaciales sobre una tierra blanca, cegada de luz, que no acababa.
«Tropos», ?19?
Sin embargo, no irán más allá del interrogante, ni ascenderán donde el pensamiento, liberado de toda palabra, se desnuda ante su propio destino. Pues no hay destino. Solo un cúmulo de circunstancias titubeantes, licencia alucinatoria, metabolismo autófago.
A cualquier hora se escuchan autos, dobleces del tiempo sobre la carretera, mientras en las azoteas gotean actos inclasificables, gritos intencionales que huelen demasiado a gasolina y soledad: tiempo quemado.
Aunque queramos, no nos engañemos, todo es extrañeza.«Nexos», ?Divagaciones de insomne?
