Como Los sorias, la otra gran obra de Alberto Laiseca, El jardín de las máquinas parlantes es una novela total. De esas que nos sumergen en un mundo como pocos libros lo hacen: tan adentro que corremos el riesgo de no salir nunca más de él. Y ese mundo es el de la magia, el invisible y secreto unive...
Como Los sorias, la otra gran obra de Alberto Laiseca, El jardín de las máquinas parlantes es una novela total. De esas que nos sumergen en un mundo como pocos libros lo hacen: tan adentro que corremos el riesgo de no salir nunca más de él. Y ese mundo es el de la magia, el invisible y secreto universo esotérico que Laiseca conoce como nadie. Un mundo que parece esconderse siempre y que apenas podemos vislumbrar de reojo, entre las sombras. Ahí donde no parece haber nadie, están las máquinas mágicas. Ellas hablan, discuten, sueñan, cantan y ríen. Ellas están para enloquecernos o ayudarnos, para dejarnos sin esperanza o para permitirnos creer. Porque, en definitiva, el mundo de esta novela, es el mundo del hombre enfrentado a su condición y su soledad, en su infinita batalla amorosa.
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