Cianuro pa la sentía es un diálogo entre dos voces que se debaten por existir: una más coherente, analítica, cínica, responsable y crítica, que en su cruel reproche denota una vulnerabilidad profunda; y otra más infantil -Alma-, desbocada, que no se cuestiona, ni se avergüenza, solo siente, con una fragilidad desvergonzada que, paradójicamente, parece protegerla. Un contraste entre trivialidad y desazón, contención y necesidad, vulnerabilidad y destape, cinismo herido y entrega relamida. A raíz de una necesidad casi exhibicionista de vomitar la propia entraña, presenciamos la evolución de una pérdida, a ratos ridícula, a ratos exacerbada, que culmina cuando el alma se calma y el reproche se torna aceptación. El contraste entre los títulos, desaliñados y sarcásticos, y la fragilidad de los versos, desesperados por expresar una verdad que pesa, denota una necesidad de «quitarle hierro al asunto», que parece dar permiso a las palabras para salir.