Panaderos, organeros, carpinteros o canteros, son ante todo Compañones , independientemente de la sociedad a la que pertenezcan. A nuestros ojos son ejemplares, cada uno de ellos solo pretende representarse a sí mismo.
Nos hablan de su caminar, que siempre es único, de una aventura individual, fraternal, familiar, profesional e iniciática. A veces inesperadas, sus palabras son siempre poderosas.
Con este libro nos gustaría recordar, a través de encuentros de amistad o de azar, cuánto, por sus vidas, sus palabras o sus silencios, nos enseñan y nos despiertan los Compañones.
Como nos recordó uno de ellos, son al mundo de la iniciación lo que las abejas a la naturaleza. La longevidad de la iniciación tradicional en sus múltiples formas depende de su estado y de su libertad. Más que ninguna otra corriente tradicional, el Compañonaje se enfrenta a la doble tensión entre tradición y modernidad (o postmodernidad), y entre iniciación y educación.
Para escapar a la fragmentación del mundo, ha tenido que adaptarse y ajustarse constantemente. A lo largo de los tres últimos siglos, ha pasado por tantas pruebas, para levantarse una y otra vez, que no cabe duda de que aún podrá capear las tormentas de este nuevo milenio y seguir enseñándonos. Por supuesto, no podemos idealizar el Compañonaje, que no es inmune a las contradicciones y vicisitudes humanas, agudizadas todavía más por la aceleración autodestructiva y prometeica del mundo actual. Sin embargo, el inevitable encuentro con la materia nos rectifica y nos guía hacia nuestra verdadera naturaleza.
