La imagen poética revela la relación familiar entre el ser humano y el universo. Así como el fruto informa de la flor, la flor de la hoja, la hoja del tallo, el tallo del tronco, el tronco de la raíz y la raíz de la semilla, la semilla, alguna vez, será fruto, y el fruto, otra vez semilla, y este recorrido eterno e intemporal es el del poema.
Hacer un poema como la naturaleza hace un árbol, pide Vicente Huidobro.
Somos la naturaleza. Los árboles son una extensión de nuestros pulmones, las nervaduras de las hojas semejan nuestras ramificaciones pulmonares, los ríos (así, el Tejo) fluyen, circulan como la sangre; en sus orillas hay piedras, en las nuestras, huesos; nuestro inconsciente es el mar, cargado de la herencia psicológica universal, tesoro a descubrir en la creación. Acuérdate del pez, reclama Gonzalo Rojas, nuestra memoria, aleteo de la consciencia, nada desde el origen. La poesía, como el sueño y el amor, nos incorpora a la
totalidad encarnada en nosotras. Con los poemas de este libro retornamos al hogar de la raíz, a la raíz del hogar. Laura Mena Penedo nos regala, en su poemario, un viaje profundo por todo lo que la atraviesa y la sostiene, genealógica y empíricamente. Inma Luna