HEREDEROS DE LA CLARIDAD

Herederos de la claridad de Isaac Gómez Calderón supone un recorrido por la relación del sujeto poético con dieciocho personas que han pasado por su vida y cuyas iniciales encabezan sendas secciones del libro, a modo de semblanzas focalizadas en su propia experiencia, siempre en busca de una salida al laberinto. Un libro visionario, que recuerda al Rimbaud de Iluminaciones en su componente alucinatorio, cuyas imágenes irracionales son sumamente sugerentes; un jardín de antítesis en el que el sujeto lirico oscila entre la áurea ebriedad, por un lado, y la oscuridad y el frio, por otro. En él se combinan el pitagorismo de los románticos y los modernistas y la alquimia medieval.

Nos hallamos ante un poemario que es no solo una memoria sentimental, sino además un manifiesto terapéutico y una proclama esperanzada. Un dolor tormentoso y holderliniano, a medio camino entre la lucidez y la vesania, habita la raíz de su discurso. Sin embargo, el niño que fue la voz lirica huye de la oscuridad y el abandono de su infancia. La huida del laberinto, esto es, la salvación personal estriba en un fenómeno cósmico. Se clausura este magnífico poemario con una torrencial manifestación de duda y la consiguiente apertura a una esperanza que vaya más allá, mas sin promesa alguna de trascendencia, de «la ergástula del sueño».

Del prólogo de Juan Luis Calbarro