Este es un libro que intenta ser objetivo en su acercamiento a la persona de este apóstol singular. Estamos ante un personaje sumamente interesante, un judío que se siente orgulloso de serlo, educado en la escuela del prestigioso fariseo Gamaliel, fariseo él también, pero nacido y criado en Tarso, que, en su tiempo, era una de las ciudades más cultas, si no la más, del Imperio Romano. Su carácter fogoso, propenso al fanatismo, le hizo perseguidor del grupo de Jesús, al que se estaba agregando un gran número de judíos, a partir de la muerte por lapidación del primer testigo de sangre, Esteban, de la que fue consentidor, hasta el punto de guardar la ropa de los que lo apedrearon. Una vez que tuvo su encuentro con Jesús, su vida no tuvo más sentido que profundizar en ese mesiazgo de Jesús y se sintió llamado a anunciar su buena noticia en multitud de tierras, para lo que tuvo que hacer recorridos a pie y en barco, dignos de una buena novela de aventuras, hasta acabar sus días víctima de la persecución de Nerón. Escribió varias cartas. Lo que sabemos por él y por la obra de Lucas y las diversísimas lecturas que de ellos se han hecho, le han convertido en una de las personas más admiradas y vilipendiadas, más amadas y odiadas, pero no es posible permanecer indiferentes ante él después de leer esos textos.
