Daniel Arasa nos plantea: 1 el análisis de lo woke, 2 la respuesta cristiana, 3 la reacción de la sociedad occidental, sobre todo la americana. Es un libro que combate ideas, pero que es respetuoso con las personas y busca puntos de encuentro. Trata de construir puentes más que trincheras. Muchas de las líneas de agitación que se agrupan en lo woke" nacieron para despertar al débil y se han convertido en un modo de controlar a todos. En vez de fomentar un debate racional, tratan de imponer sus ideas mediante la agitación. Suelen ver el mundo en blanco y negro, incapaces de matizar. Lo woke incluye muchos movimientos: feministas, LGTBIQ+, animalistas, ecologistas radicales, antirracistas, indigenistas, reivindicadores de reparaciones históricas... una especie de frente común contra lo que perciben como sistemas de opresión. Les une, en la acción-agtación, el victimismo (buscan el estatus de víctima). En este sentido, siempre hay agravios pendientes de resarcir que se convierten en privilegios legales e institucionales, al tiempo que debe ser silenciado o desacreditado (un calificativo común a sus contrarios es el de "fascista") quien cuestione la narrativa victimista. Se le acusará de todo, incluso de revictimizar o agredir a los supuestos oprimidos. La lengua es una herramienta ideológica. No es solo es un medio para entenderse, sino una forma de manipular la realidad. Por ejemplo, el "igualitarismo" se califica de "inclusivo", con el femenino como genérico (nosotras), o formas como todxs, todes, elles, niñes o l@s y se cuestiona la gramática que, según esta ideología, reproduce el patriarcado. Aunque en ciertos puntos puede haber coincidencias (como en la preocupación por los marginados), el pensamiento woke y el cristianismo divergen en los fundamentos filosóficos, morales y antropológicos, que se analizan en este libro. Por ejemplo, los animalistas quieren negar o difuminar que los seres humanos y los animales tienen naturalezas diferentes, pero la realidad es que el ser humano tiene una dignidad única. Para volver al sentido común, sin rechazar el sentimiento, es necesario un equilibrio entre emoción y razón, sensibilidad y análisis.