En 2018 Ars Poetica publicó Desde el abismo, versos inválidos, con prólogo de Luis Alberto de Cuenca. Han transcurrido ¡siete años! Este inconcebible, vertiginoso y temible paso del tiempo, ¿nos deja concesiones? De nuevo resurgen los universales de nuestra humanidad, los grandes temas que atañen y apuntan con el dedo a cada uno de nosotros, aquello de lo que nadie se libra y que, oh paradoja, a todos nos libra.
La vida y la muerte: no como abstracciones, sino como experiencia encarnada, asumida desde el cuerpo herido con una lucidez despiadada. El amor: no romántico, o al menos no sólo, sino amor como destino, memoria, pérdida, fundación del yo, vínculo que redime y condena. La amistad: forma alta de amor y de sostén mutuo, cofradía de almas frente a la intemperie. El dolor: físico, emocional, metafísico; no el lamento, sino el dolor que piensa, que se mira, que se transforma en palabra. La identidad y el yo: el quiénes somos, el quiénes fuimos, el quiénes seguimos siendo, aun cuando nos arrebaten lo que creíamos ser. La memoria: como patria verdadera del hombre; lo vivido como templo y herida. El sentido: la pregunta radical, ¿por qué vale la pena seguir aquí? La trascendencia: no en clave religiosa ortodoxa, sino como pregunta ardiente sobre lo divino en lo humano y lo humano en lo divino. El cuerpo: amado, deseante, doliente, caído, recordado, resucitado en la palabra. La belleza: como instante que justifica la existencia, resplandor que reclama frente al deterioro. El tiempo: lo que se escapa, lo que permanece, lo que ya no vuelve y aún arde en la conciencia. La redención del humor: último gesto de lucidez y dignidad frente al desastre. El gozo ofrecido por la Naturaleza: tierra, luz, lo vivo como don primero. Dios y discípulo: blasfemia para la autoafirmación.