Este libro nace de una amistad que se prolonga por más de cincuenta años y se dirige a esa misma amistad que, desde la distancia, sigue aguardando buenas noticias. En él, tanto su autor como su primer destinatario, Carlos Clementson Cerezo, comparten una edad que permite contemplar la vida desde la espera, en la belleza del recuerdo, la nostalgia y la ausencia. Aunque este volumen pudo haberse escrito antes, acaso no fue sino hasta ahora cuando su autor logró entrelazar con madurez amistad, emoción y doctrina literaria. Se trata de una obra reelaborada en distintas ocasiones, hasta que todo encajó, como si se tratase de un mensaje hábilmente hilvanado en la recuperación del tiempo. En este proceso, el autor halló el espacio propicio, casi mágico, para su composición, combinando teoría y crítica modernas bajo la guía de una tradición razonada. Así, con los materiales que brinda el amigo profesor, se construyen espacios —algunos de ellos idealizados— donde el corazón puede manifestarse libremente y rendir homenaje al gran poeta lorquino-cordobés, cuya palabra amplia y mediterránea conduce a quien la escucha a un estado primigenio habitado por la melancolía austera y la filosofía cordobesa. Este libro reivindica el humanismo en la posmodernidad, una búsqueda constante de los murmullos nacidos en la infancia junto al mito marino de Calabardina y en el reino sonoro del huerto de la Rueda. Mar, tierra y cielo de la niñez del poeta se evocan aquí desde la resignación madura de la edad, mientras lee, emocionado, las palabras amigas que sobre él se escriben.
