Entre 1918 y 1921 se publicaron en Madrid tres libros y una traducción firmados por Ana Díaz, un seudónimo tomado del Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán. El primero de ellos, La entretenida indiscreta, narraba en forma autobiográfica, a la manera picaresca, la vida de una joven desde su infancia miserable en un pueblecillo sevillano hasta alcanzar una situación desahogada en la corte gracias a la prostitución, a la que retrataba y denunciaba en sus diversos aspectos con estilo libre y desenfadado, aunque alejado de la literatura erótica.
En el segundo, Guía de cortesanas en Madrid y provincias, la protagonista, ya retirada de su oficio, empleaba sus experiencias y conocimientos en la redacción de un manual que sirviera a quienes eligieran esa profesión para ayudarlas a desenvolverse en ella con éxito y a evitar los muchos errores en los que con frecuencia solían caer las menos avisadas.
En el tercero, La imperfecta casada, en una época en que la mujer estaba privada de todo derecho legal, no existía el divorcio, y la ley autorizaba el asesinato impune por el marido de la adúltera y de su amante, la autora hacía una defensa apasionada del adulterio como forma de arte y como respuesta a la injusticia de la situación de la mujer, terminando con una apología de la Emma Bovary de Flaubert.
Estos tres libros fueron recuperados recientemente por Jesús Munárriz y publicados en esta editorial atribuyendo su autoría a Carmen de Burgos, la escritora más creativa y más combativa de su época. Sin embargo, las investigaciones llevadas a cabo por José Ignacio Cordero Gómez permiten atribuírselos a Pedro González-Blanco (1879-1961), autor de una amplia obra ensayística e histórica, del que pocos se acuerdan en la actualidad. Pero el autor de estos libros, tres valientes desafíos al estatus social de la España más retrógada, no merece el olvido al que el tiempo le ha condenado, y es de destacar la libertad con que, utilizando un seudóni..