• VIEJO ESTANQUE, UN

    SORIANO, FRUTOS / BENET, SUSANA COMARES Ref. 9788490451106 Altres llibres de la mateixa col·lecció Altres llibres del mateix autor
    Tras aceptar muy gustosamente la invitación queme dirigen los organizadores de esta antología de haiku, Un viejo estanque, para que escriba el prólogo, mi primera reacción al conocer el futuro libro ha sido la de admirarme por la cantidad de autores que han aportado sus colaboraciones en español –en...
    Peso: 250 gr
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    19,00 €
  • Descripció

    • ISBN / EAN : 978-84-9045-110-6
    • Encuadernació : RÚSTICA
    • Data d'edició : 13/01/2014
    • Any d'edició : 0
    • Idioma : CASTELLÀ
    • Autors : SORIANO, FRUTOS / BENET, SUSANA
    • Número de pàgines : 0
    • Col·lecció : LA VELETA - POESÍA
    Tras aceptar muy gustosamente la invitación queme dirigen los organizadores de esta antología de haiku, Un viejo estanque, para que escriba el prólogo, mi primera reacción al conocer el futuro libro ha sido la de admirarme por la cantidad de autores que han aportado sus colaboraciones en español –encontrándose entre ellos algunos nombres ya consagrados y de gran altura poética, aunque esto no sea lo más importante–, pues queda así bien representado todo el territorio de España y del habla española en general. No son pocos los haikus que nos han llegado de nuestros hermanos de «más allá del charco atlántico», e incluso los hay de países donde el español no es lengua oficial. A todos, nuestro agradecimiento, asegurándoles que sabemos apreciar sus logros.
    Mi segunda reacción fue de perplejidad. ¿Qué decir en escasos folios de tanta y tan variada riqueza? El mundo del haiku envuelve muchos aspectos que se pueden tratar: ritmo, sentido de la naturaleza, palabra de estación, imágenes y metáforas, tipo de lenguaje, efectos sonoros... Y sobre todo, ¿cómo citar entre tantos autores solo a algunos, pasando de largo ante otros que también se merecen el honor de la cita?
    Ya que toda elección supone limitarse en extensión de elementos, por tal de conseguir más profundidad en valores, he optado por ceñirme a un tema, y en torno a él hacer comentarios, que no citas. Y el tema es: «El haiku, la poesía de la sensación». O dicho de otro modo: «El haiku, breve poema sensitivo».
    Las sensaciones humanas suelen clasificarse en cinco, siguiendo los sentidos corporales; a saber: ver, oír, oler, gustar y tocar. Éste, pues, va a ser mi itinerario, y me abstendré de citar nombres y poemas concretos. La ventaja para el lector puede ser la intriga añadida de ir descubriendo más sobre las alusiones que seguirán, a partir de mis palabras. (En mi descargo añadiré que considero inevitable hacer alusiones: para no hablar en abstracto, y especialmente por adelantarme a la posible crítica de que he escrito un prólogo ocasional y de compromiso, sin haberme leído la antología). Así pues, me adentro en mi itinerario.
    ver: Creo que la vista es la «sensación reina» en una poesía eminentemente descriptiva, como es el haiku. Para escribir haiku haciendo ver realidades protagonistas de la vida, primero hay que saber mirarlas. Todo haiku es una cierta «instantánea visual», y asimismo una escuela de «cómo mirar». Y creo por mi parte que este requisito del acertado enfoque es omnipresente en la antología.
    Más concretamente, y hojeando el libro, diré que veo novedad en la observación de que una amapola, aun siendo pisoteada, no pierde su color. Añadiré que el ojo del haiku no desdeña realidades a primera vista desagradables, como es la caca: si ésta se ve en el suelo dejada por un perro, y brilla con irisaciones de cobre bajo la luz del día, dicha apreciación se torna interesante. Hay otro rasgo destacable: la intención en la mirada; pues si un anciano mira la luna, convertida su expresión en la de un niño, la escena es digna de un haiku. Por lo demás, una persona ciega puede «mirar» el amanecer, si se deja guiar sinestésicamente por el canto de la alondra. Y también –para cerrar este apartado– es notorio que alguien vidente puede incurrir en error visual: si una «piedra», semisumergida en agua, de pronto parpadea y resulta que es un sapo.
    Oír: Esta sensación puede abarcar tres aspectos: 1) la sonoridad rítmica propia de toda buena poesía; 2) los efectos onomatopéyicos, que de vez en cuando pueden aparecer; y 3) las alusiones a sonidos realizadas en el texto.
    En cuanto a sonoridad rítmica, estos poemas suelen sonar armoniosamente; y los que se ajustan a la pauta silábica que considero aconsejable para el haiku (×(Ù)× /Ù /×) tienen un gran aliado en su misma métrica.
    La onomatopeya no me ha llamado especialmente la atención en este poemario. Hay, sin embargo, procedimientos afines, como son las correlaciones de palabras; por ejemplo, un adjetivo y su diminutivo a continuación, como en un pregón de pescaderas: «¡Frescas, fresquitas!»; o bien mediante una expresiva repetición verbal: cuando aparece un perro triste que «ladra y ladra y ladra»; o jugando con verbos opuestos: «entran y salen», «se va, se queda»...
    Las referencias a sonidos abundan, por el contrario. El sonido cobra protagonismo si lo único que se escucha es el chirrido de una cancela en las proximidades del invierno, o el goteo de unos árboles entre la niebla; o bien eventualmente el sonido resulta notable por su ausencia inesperada: no se escucha ningún gorjeo de avecillas en torno a un espantapájaros desvencijado; o bien sorprenden los efectos sonoros por su secuencia casual –tal vez causal– cuando sucede inmediatamente a un toque de trompeta el ladrido sobresaltado de un perro.
    Oler: Hay asimismo un lenguaje de olores que se puede reflejar en el haiku. Así, por ejemplo, conocemos que los plátanos emiten un olor especial tras el crepúsculo, y que cuando se asienta la noche es notable el aroma desprendido del guano. Existen olores nobles característicos de lugares, como se nos dice en una enumeración de los propios de Kyoto. El olor puede hacer de guía, cuando en el senderismo es el último componente de una fila quien percibe el olor a tomillo recién pisado. Igualmente puede ser característico el olor a jazmín en una aldea dormida, donde el poeta no es esperado. El olor a su vez puede convertirse en llamada, cuando uno deja su actividad sedentaria y sale afuera al reclamo bienoliente de la tierra mojada.
    Gustar: Se puede saborear el agua en el cuenco de las manos, y es una sensación muy de haiku la que aquí nos sale al paso, y que por cierto nos evoca al «haijin» japonés Santooka. El apetito es una manifestación del gusto, y en ocasiones puede sensibilizarnos –mediante la voz del haiku– ante los primeros brotes del melocotonero. Igualmente el apetito nos hace ver sin duda que en un racimo de uvas va una gota de rocío paseándose entre ellas. Puede también contemplarse la manifestación del apetito en el mundo animal, cuando unos caballos muerden gustosamente la hierba y se les oye masticar; igual ocurre cuando comen unos mastines, y se oye el crujir de los huesos que destrozan con sus mandíbulas.
    Tocar: Las sensaciones táctiles están directamente relacionadas con la piel, y su mención nos suele estremecer, a veces de puro agrado. Así ocurre cuando en un ambiente de sequía viene una gota de agua a recorrernos la piel. Es asimismo grata la sensación de un copito de nieve que se derrite al calor de nuestra mano. La mano es a su vez protagonista de cierta escena en que una niña va contando monedas como si desgranara una mazorca. Puede darse una simbiosis entre elementos vegetales y humanos, cuando se nos dice que a la par con unos tomates que acusan el frío, van helándose los pies del caminante que por allí pasa. O bien hay cierta simbiosis entre la vida animal y la humana, cuando el haijin se siente feliz al dormírsele el perro doméstico sobre sus pies descalzos. Otro ejemplo es el de quien camina por una cañada en tinieblas y advierte un nuevo hilo de araña sobre su frente. Hay algo entrañable en el gesto de un ciego que, a base de tacto –y nunca mejor dicho–, logra meter a su perro bajo su propio sillón.
    En suma: si el haiku es o no la poesía de la sensación, creo que ha quedado demostrado en positivo. Mis disculpas a los poetas que no he podido citar, y mi enhorabuena a todos. Terminaré refiriéndome a un haiku que me ha llamado la atención por su valor metalingüístico: habla del haiku, así como Lope de Vega habló del soneto en un soneto. Según su autor y haijin, la luna asoma a través del ramaje dándole un aire de haiku a la tarde. Pero suena más bello dentro de la antología. Búsquenlo.

    Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala

    Í N D I C E D E A U T O R E S
    SERGIO ABADÍA
    JESÚS AGUADO
    ÁNGEL AGUILAR
    ISABEL ALAMAR
    FÉLIX ALCÁNTARA
    PILAR ALCÓN
    CARLOS ALCORTA
    JOSÉ LUIS ANDRÉS CEBRIÁN
    ANA ANYON
    VERÓNICA ARANDA
    FÉLIX ARCE
    FRANCISCO BASALLOTE
    ALFREDO BENJAMÍN
    JOSÉ MARÍA BERMEJO
    JUAN ANTONIO BERNIER
    CÉSAR BIANCHI
    CARLOS BLANC
    ANTONIO CABRERA
    LARA CANTIZANI
    VALENTÍN CARCELÉN
    LUIS CARRIL
    JOSÉ CEREIJO
    JORDI CLIMENT BOTELLA
    MARÍA DOLORES E. CORDERO
    MANUEL CÓRDOBA
    LUIS CORRALES
    RAFAEL CORRECHER
    JOSÉ CORREDOR-MATHEOS
    GREGORIO DÁVILA
    MANUEL DÍEZ ORZAS
    KONSTANTIN (CONSTANTINO) DIMITROV
    JUAN CARLOS DURILÉN
    LUIS ELÍA IRANZU (LUELIR)
    ISABEL ESCUDERO
    PEDRO FANEGA
    JOSÉ ANTONIO FERNÁNDEZ
    RICARDO FERNÁNDEZ MOYANO
    ÁNGEL FERRER
    ALBERTO FLECHA
    RAFAEL FOMBELLIDA
    MARÍA DOLORES GARCÍA
    RAFAEL GARCÍA BIDÓ
    ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ
    JOSÉ LUIS GARCÍA MARTÍN
    PEDRO GARCIARIAS
    MIGUEL GARZA
    EMILIO GAVILANES
    JORGE ALBERTO GIALLORENZI
    MIRTA GILI
    ADRIÁN A. GÓMEZ
    MARÍA ÁNGELES GÓMEZ-MORÁN
    CORIOLANO GONZÁLEZ
    LLANOS GUILLÉN
    JULIA GUZMÁN
    MANUEL HONTORIA
    MIGUEL IBÁÑEZ
    GIOVANNI C. JARA
    FRANCISO JIMÉNEZ CARRETERO
    RODOLFO LANGER
    SANTIAGO LARRETA
    DAVID LESLIE URION
    ENRIQUE LINARES
    VIRGINIA LLORENS
    MARÍA ÁNGELES LLUCH
    ISRAEL LÓPEZ BALAN
    ANA MARÍA LÓPEZ NAVAJAS
    FERNANDO LÓPEZ RODRÍGUEZ
    MARTÍN LÓPEZ-VEGA
    JAVIER LORENZO CANDEL
    AURORA LUQUE
    ANTONIO MAJANO
    JUAN MARQUÉS
    PATRICIA MARRADES
    ANTONIO MARTÍNEZ
    ANTONIA MARTÍNEZ GARCÍA
    WILAY MÉNDEZ PÁEZ
    MIKEL MERLO ARANA
    JOSÉ ANTONIO MESA TORÉ
    MARCOS ANDRÉS MINGUEL
    EDUARDO MOGA
    LEÓN MOLINA
    JUAN CARLOS MORENO
    JORGE MORENO BULBARELA
    MANUEL MORENO TRABAJO
    JESÚS MUNÁRRIZ
    BLAS MUÑOZ
    TERESA NAVARRO
    ANDRÉS NEUMAN
    MAR ORDÓÑEZ
    MIGUEL D’ORS
    ROLANDO L. PACIENTE
    PEDRO PAGÉS GARCÍA (YAMA)
    JOSÉ LUIS PARRA
    ELSA PASCUAL
    JUAN FRANCISCO PÉREZ
    MERCEDES PÉREZ
    SANDRA PÉREZ
    MARÍA CARMEN PÉREZ INIESTA
    MARÍA JESÚS PÉREZ NÚÑEZ
    LUIS PIMENTEL
    FRANCISCO PINAR MONREAL
    SERGIO PINTEÑO
    MARÍA VICTORIA PORRAS
    ISABEL POSE
    BENJAMÍN PRADO
    ISABEL RODRÍGUEZ
    JOSEP M. RODRÍGUEZ
    RUTH RODRÍGUEZ
    FERNANDO RODRÍGUEZ-IZQUIERDO
    JORGE BRAULIO RODRÍGUEZ QUINTANA
    JOSÉ MANUEL RODRÍGUEZ QUINTANA
    LOLA ROMERO LOMBARDO
    ELÍAS ROVIRA
    JOSÉ RUBIO
    MARIO RUIZ
    ALONSO SALAS
    ANTONIO SÁNCHEZ NÚÑEZ
    TOÑI SÁNCHEZ VERDEJO
    JAVIER SANCHO CHICOTE
    AMPARO SANTANA
    UMBERTO SENEGAL
    MARÍA ARGENTINA SERRANO
    JENARO TALENS
    ARTURO TENDERO
    ANDRÉS TRAPIELLO
    CECILIA DEL VALLE TAPIA
    BAUDILIO VAQUERO
    BIBI VARELA GIBB
    RONY JOSÉ VARGAS CASTILLO
    SINECIO VERDECIA DÍAZ
    JOSÉ LUIS VICENT
    MILA VILLANUEVA
    LUIS ANTONIO DE VILLENA
    RICARDO VIRTANEN
    MERCEDES ZAYAS

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