SOBRE JUAN RULFO, y en particular sobre Pedro Páramo, se ha escrito mucho. Ello ha dado origen a valiosas aportaciones al descubrimiento de la naturaleza estética de esta novela y su trascendencia; pero también a versiones que, en cambio, han nacido al calor de la oportunidad o la improvisación; o que, incluso, ubican predeterminadamente a Rulfo y su obra en el campo literario mexicano de acuerdo con una "economía de los bienes simbólicos" -diría Bourdieu- gestionada desde ciertos ámbitos del medio cultural, inseguros de su propio futuro.
La recepción inicial de Pedro Páramo surge del proceso de formación intelectual que, para su autor Jorge Zepeda, significó un conocimiento profundo de la literatura mexicana y de teorías como la dedicada al estudio de la recepción literaria, cuyo itinerario describe Dietrich Rall en el “Prefacio” de este libro. Fruto de una labor de investigación proseguida durante muchos años, reúne todo documento pertinente dentro de su periodo de estudio (1955-1963), lo que da lugar a verdaderos hallazgos.
Recuerda Hannah Arendt que los griegos distinguían entre doxa (opinión) y homoiosis (hacer una analogía y poner en palabras, con la mayor fidelidad, lo que se contempla) al considerar las posturas que podía adoptar un pensador frente a su objeto. A esa última posiblidad pertenece la Ciencia de la literatura de la que habla Alberto Vital en su texto introductorio. Cada comentario, crítica, discusión o reseña publicados en los nueve años iniciales del recorrido de la novela de Rulfo por las manos de sus lectores -así como los datos relevantes sobre ediciones, traducciones o versiones a otros medios- es recopilado aquí, citado total o parcialmente y, sobre todo, sometido a un riguroso análisis bajo las perspectivas condiciones rectoras de la cultura literaria mexicana y universal.
Mediante la analogía de una síntesis conflictiva, Zepeda se acerca a la novela de Rulfo y a la diversidad de reacciones que suscitó en su casi primera década de vida, expresando fielmente en palabras, su observación de este horizonte. El resultado nada tiene que ver con los lugares comunes que se suelen invocar cuando alguien alude a la respuesta crítica a Pedro Páramo, al hacer su aparición en 1955.