La novela transcurre en el tiempo narrativo de 24 horas, en las que tres generaciones de una misma familia, encarnada en sus cuatro miembros, se ven abocadas a la difícil situación económica que ha provocado el desempleo del padre, ejecutivo de una empresa editorial y en plena cincuentena, que se convierte así en un parado de larga duración.
El recurso narrativo que incardina la novela es la ausencia de la voz del narrador omnisciente que es sustituida por las voces de los cuatro personajes que habitan el mismo espacio de desdicha, y que van contando los sucesos que viven a través de diferentes medios narrativos: cartas, conversaciones telefónicas y presenciales, los propios pensamientos de cada uno de ellos; mensajes electrónicos, lecturas de periódicos y libros, a través de los cuales las noticias del mundo exterior van perfilando el propio universo mental y vital de todos y cada uno, por lo que en cada apartado, a modo de capítulo, va tomando la voz narradora un personaje distinto que se convierte así en el testigo e hilo conductor de la narración, describiendo lo que va sucediendo en cada momento, y las emociones que le despierta, dibujando el mapa mental y emocional de cada sujeto narrador.
La maestría narrativa y el suspense que va creciendo a lo largo de las páginas de esta novela, convierten a esta narración en una historia plena de profundidad psicológica, de tensión argumental y de sorprendentes hallazgos narrativos, que convierten su lectura en un constante diálogo de conmovedora belleza de los personajes entre sí y, al mismo tiempo, con el lector, al que subyuga desde la primera hasta la última página, cuando el sorprendente final descubre el verdadero significado de la narración y las ocultas claves que esconde.