El 7 de junio de 2005, el periodista Jordi Bernal se encamino´ a la plaza Real de Barcelona para asistir a la presentacio´n del Primer Manifiesto de Ciutadans de Catalunya. La man~ana invitaba al extravi´o, «el cielo estaba sin adjetivar» y el joven Bernal, avezado husmeador de lenceri´as, ignoraba que a la vuelta de su distraimiento le aguardaba la Historia: «quince intelectuales promueven la creacio´n de un partido no nacionalista en Catalun~a». No es descabellado afirmar que, cuando el sei´smo trunco´ el paisaje y la morigeri´a se echo´ a temblar, Jordi Bernal estaba ya en el epicentro del relato.
Su misio´n, en adelante, nada tuvo que ver con lo que hasta el momento se le habi´a confiado, esto es, la acreditacio´n de la prensa.
No en vano, y con el propo´sito de corregir el desprecio media´tico que, desde el kilo´metro cero, socavo´ la iniciativa, el grupo promotor encargo´ a Bernal que levantara acta de todas las charlas, conferencias y mi´tines de Ciutadans en una web creada al efecto.
Sus cro´nicas, escritas con «los primeros despertadores, las toses rotas y el agua de las tempranas abluciones», son el testimonio veraz de una aventura poli´tica sin precedentes en Espan~a. El periplo comprende la presentacio´n multitudinaria en el Centro de Cultura Contempora´nea de Barcelona, la formidable acogida en el teatro Reina Victoria de Madrid, las agresiones en Gerona a manos de los pardos pa´rvulos del nacionalismo, el estallido jubiloso tras el e´xito en la elecciones al parlamento de Catalun~a del 1 de noviembre de 2006… No hubo acontecimiento que no dejara una huella (o acaso una muesca) en la Moleskine de campan~a de Jordi Bernal, que asumio´ la melanco´lica condicio´n de «compan~ero de viaje» y demostro´, a golpe de sosegado renglo´n y devastadora ironi´a, que es posible mancharse sin tomar partido.