“Te despiertas como cada día, quizás con un ánimo distinto al del día anterior. A veces es por algo en concreto, a veces ni siquiera sabes el por qué. Con la pereza pegada aún en los párpados repasas en tu mente, como en un escenario, el día que te espera. Y te metes de lleno en el ritual matutino sin la conciencia clara de qué ha cambiado en tu interior, sin ponerle nombre. Tampoco te importa, te dejas llevar por ese estado de ánimo y avanzas en el día. Hasta que, en algún lugar, en el móvil, en las redes, en un WhatsApp, en un video, algo aparece delante de ti y te sientes identificada o identificado. ¿Cómo es posible que te sientas tan reflejado/a en una frase, en un texto o en una poesía? Porque te ha tocado el alma. Es como si eso, estuviera hecho para ti. Y sonríes, porque cuando algo te toca el alma, se queda en ti…”. Así empieza Palabras para el alma, un libro donde Araceli Gutiérrez recoge en pequeños textos, frases o poesías todo aquello que puedes necesitar para que esas palabras te ayuden de la forma que necesites. Puede que te hagan de espejo, te aclaren, ordenen, te despierten la conciencia, o como una luz en la oscuridad, te muestren el camino. Pero, sobre todo, que algunas de esas palabras te toquen el corazón y el alma, porque hay veces que sentimos que están escritas para nosotros y nos las quedamos para siempre. Este es el cometido de este camino que ahora empiezas. No tienes por qué recorrerlo de golpe, tienes 365 para elegir, a lo mejor te apetece leer una página al día, o dejar que el azar se abra por una de ellas y que el destino ponga nombre a lo que hoy sientes o piensas. A lo mejor necesitas tomar notas o poner pósits para que algo no se te olvide o subrayarlo o fotografiar esa frase para mandársela a una persona querida que lo necesita. Nuestra alma, al igual que nuestro corazón y nuestro cuerpo, necesita ser tocada, acariciada, como un pianista lo haría con las teclas de su piano. Las palabras, tienen el mismo poder que la música.