Fernando Sarría nos ofrece en esta Lluvia azul un libro de poemas de amor. Amor entendido en la extensión más amplia de la palabra, desde su componente sentimental hasta el más erótico, donde palpita tu piel derramada sobre las sábanas . Como toda poesía que se precie, La lluvia azul propone una visión del mundo, una postura ante la realidad y una vía de (auto)conocimiento, en la que ese erotismo se convierte en un procedimiento de indagación: Yo era un ciego y tú el misterio de lo desconocido , No faltan los elementos de la naturaleza, como el imprescindible mirlo, símbolo habitual en Sarría, aunque aquí no adquieren calidad de protagonistas como en poemarios recientes (Paisaje, La fórcola), sino que aparecen en metáfora o comparación, formando el decorado de los poemas. Porque el ambiente es esencialmente urbano, un amor de hoteles, habitaciones, maletas, cuerpos que se encuentran un momento entre tabaco y alcohol, regresan a añorarse, se despiden con dolor o sin dolor y acaban sintiendo el peso de la soledad. Todo ello regado con mucha música, donde abunda el jazz y las citas de Leonard Cohen. Este amor (o amores), a veces vivido, a veces recordado con nostalgia o despego, e incluso con cierto cinismo que evoca algunos clásicos del cine norteamericano, se expresa habitualmente en tiempo pasado, lo que contribuye al tono narrativo del poemario. Pero no es una historia de amor. Más bien, muchas historias entrecortadas, entrelazadas, frustradas a veces, que acaban decantando un regusto amargo: Amanecerá, pero no sabré encontrar / dónde dejaste la noche . La noche del amor, como la noche oscura del alma, en la que late la buena poesía.