DIRIGIR TEATRO

Más que un manual técnico de puesta en escena (que también), Dirigir teatro es una reflexión que entreteje lo personal y lo profesional, fruto de ese poso fértil que solamente se acumula con la experiencia recogida en los años de oficio. La maduración, la flexibilidad y la convicción que, andando el tiempo, se van asentando gracias al trabajo práctico. La comprensión del espectáculo como unidad de concepto que brota de una lectura sólida del texto, pero se plasma en escena como arte gracias al maridaje generoso de muchas disciplinas. La dirección de actores, el equilibrio necesario entre la efusión emocional pura y la sabia templanza de la inteligencia; la certeza de qué es lo fundamental y qué no. Y, antes que nada, comprender qué es lo que no se puede hacer, bajo ningún concepto, cuando uno asume la responsabilidad de firmar un espectáculo y ponerse enfrente de un grupo de actores para dirigirlos. Porque el teatro son ellos, y esto ningún director que se respete lo puede olvidar. Dirigir teatro habla de esas cosas vivas que no se suelen enseñar en las escuelas, pero son el oficio. Y es útil saberlas, porque siempre hace falta una buena brújula para navegar.