Tengo veinticinco pezones
todos de tergal rojo
para que no se aburran
tus dos pulgares.
Juego, sutileza, cotidianeidad, sal: La Sal es un poemario organizado en tres partes donde observamos el deseo femenino, el cambio de tiempo, las canciones, una intimidad conocida y, a su vez, nueva.
Piel de gallina en marzo,
será que llueve.
Un poemario donde Jimena Cid saca el deseo, el hambre, la complicidad y nos cuenta su logro, su pérdida, la manera tranquila de amar al otro, la manera de perderlo y entender que todo desde ahí será ya fantasía.
No es una herida exacta,
son los garbanzos por el suelo.
Poemario donde el lenguaje se divierte, juega, nos sonríe y donde el metalenguaje, la poética, sigue a favor de lo picante, del sabor fuerte.
I
El mejor aprisco,
el coño.
II
Solo encabalgamientos
admite el polvo
y una esticomitia,
si Dios lo quiere.
III
La nota más aguda
con el arco bien tenso.
Una forma de querer encarnada, en el cuerpo: sensualidad, placer, sexo y cada uno de sus escondrijos, con cada una de sus sinestesias, sus complejidades.