Estamos viviendo un particular momento, una encrucijada histórica en la que un mundo viejo va cayendo y un sistema de creencias y valores se va desmoronando, con el dolor y el sufrimiento que todo esto conlleva en grandes conjuntos humanos. Pero mientras semejante crisis se desenvuelve, nuestra visión del mundo, la vida, el ser humano y el futuro comienzan a transformarse radicalmente, de la mano de la ciencia y de una nueva espiritualidad que ya está brotando desde el interior de las personas y los pueblos.
En palabras del autor de Luz, gravedad, tiempo y mente: “una nueva sensibilidad está naciendo: va emergiendo un nuevo paisaje de viajeros y viajeras de lo profundo, del cosmos y de la mente. Viajeros que, paradójicamente, al tiempo que avanzan en su exploración hacia los orígenes del universo y la vida, en su búsqueda de otros mundos, otras vidas y otros seres inteligentes, comienzan a descubrir la conciencia, la mirada interna y la intención que la mueve, en uno y en otros; a vislumbrar una intención evolutiva que impulsa todo. Comienzan a encontrar en su interior las referencias necesarias para el camino y la inspiración que los ilumine, mientras intentan formas nuevas de comunicación, coexistencia y construcción social, más justas, horizontales, empáticas, no-violentas; asumiendo que la propia evolución, así como la de toda vida en la Tierra, depende más que nunca de su decisión consciente, su acción coherente y su capacidad de amor y compasión.”
“Es ese camino -afirma Hugo Novotny-, comenzamos a sentir que no estamos solos, ni estamos encadenados a este tiempo y este espacio.”
