QUERENCIA

¿Cómo estás?

Puede ser que te lo preguntaran el día que estabas frente al mar, tranquilamente, leyendo un libro; puede ser que fuera en una sobremesa alegre celebrando el nuevo proyecto de una amistad; puede ser que fuera al llegar a casa después de una tediosa jornada laboral; puede ser una llamada recordándote que cambian la hora y que mañana te esperan con tu hermana para cenar; puede ser ese alguien que va contigo después de haber conducido por una carretera durante horas; puede ser ese alguien que te da la mano en un largo vuelo que te aterra; puede ser un reencuentro posterior a un largo periodo de tiempo de ausencia; puede ser la primera pregunta después de despertarse mientras preparas café; puede ser una pregunta lanzada al aire con los nervios de una sala de espera mientras esperas que te llamen por tu nombre.

Sea quien sea quien te haya hecho esa pregunta, siempre tienes para ello una respuesta.

Querencia es la primera parte a esa respuesta. Pretende ser la calma de un paseo por un campo, encontrar la ternura en las relaciones exteriores que nos rodean, es un amor sincero, la amistad duradera, la importancia de la familia, un consejo en una cocina, una promesa en un balcón, valorar la honestidad de un gesto dulce e íntimo, una ínfima mirada genuina repleta de significado y la humildad de una palabra monosilábica.

Querencia, en su parte intermedia, es dejar marchar para no seguir arbitrando un partido ya acabado; aprender a convivir con la ausencia, como Molly en Ghost, más allá del amor; sentir tuyo el acto tierno y desgarrador de cortarse el pelo en medio de un divorcio; es el sentido del agua, salir inerte de una corriente; es vivir en el entresuelo de tristeza y subir al ático de la felicidad; una enmienda a la totalidad, un alzar bandera blanca y un golpe en la mesa para cuestionarse la dirección que estamos tomando y decidir de manera opuesta.

Querencia, en su última parte, es el primer momento en las que las preguntas te las haces a ti misma; es sentir la huelga afectiva que conlleva una despedida, el tiempo en suspensión que transcurre en un aeropuerto; es encontrar esa misma ternura de manera intrínseca; la bocanada de aire que te llega a los pulmones después de una inmersión en el agua; un salto de fe a una piscina rebosante; entrar amablemente en las habitaciones de tu interior y comprobar que sigue habiendo luz y, que esa misma luz, es la luz que entra por una ventana que da a tu patio de luces.

Y tú... ¿Cómo estás?