Nunca tantos habíamos estado tan lejos del lugar del que somos; nos lo recuerdan a diario. Lo que no se repite con tanta frecuencia es que esos desplazamientos también son cruciales para entender lo que está pasando hoy con la escritura. Expediente de extranjería es la constatación de que la poesía ha transgredido las fronteras erigidas por las naciones y sus correlatos literarios: antologías, manuales, premios y temarios que indefectiblemente nos quieren hacer creer que un poema solo se puede leer incardinado en su tradición de origen. Benito del Pliego desdibuja este prejuicio fijando su atención en lo desplazado, lo nomádico, lo errante, de modo que podamos circular por el hemisferio de la poesía escrita en castellano (España, Latinoamérica y Estados Unidos) sin pasar por ninguna de las aduanas habituales. En estas páginas lo invisible se visibiliza, la estasis se cuestiona y la poesía vuelve
a ser tratada como lo que nunca dejó de ser: la lengua extranjera con la que se manifiesta nuestro mundo.
«Nadie como Benito del Pliego ha buscado prolongar la insigne serie de cruces entre poetas latinoamericanos y peninsulares que se dieron en el siglo XX. No como intercambio particular, sino abarcando un panorama invisible para las historias literarias. Del Pliego decidió, con inteligencia y pertinacia, que el mejor modo de estudiar esa posible pregnancia transatlántica es leer con atención a los poetas latinoamericanos que viven o han vivido largamente en España. Aunque menos prestigiosos que los extraterritoriales de George Steiner, estos poetas plantean a la atención del lector crítico preguntas no menos estimulantes. Los ensayos de Expediente de extranjería asumen no tanto la obligación de responderlas como la de
exponerlas en su sorprendente complejidad. Poetas de Argentina, Perú, Cuba, Ecuador, Chile o Uruguay, desplazados de sus países, casi siempre a España, pero también a México o a Estados Unidos, son leídos a la luz oblicua de una inevitable originalidad: la de quienes carecen del marco nacional que suele dar la primera resonancia de una obra literaria. Lo político,
siempre acechante en el destino de los escritores de América Latina, aparece aquí, de un modo tangible y a la vez sutil, en la prolongación de una de sus formas más persistentes de manifestación: el destierro.»