Sali? a buscar mi voz y regrese? con cuatro, a cada cual ma?s diferente. Forme? un coro, pero, hechas a su albedri?o, en cada poema confluyeron con distinta fuer- za y fortuna, lo que propicio?, por la luz y color que toda voz posee, azarosas gradaciones. Asi? hablan de si? mismas las voces:
Primera voz - Cada poema es un personaje, el apeadero donde su testimonio busca los cimientos. Asi?, unos son la guirnalda de una lesio?n; otros, la peladura de un deseo que au?n rezuma. Tambie?n los hay que son una piedra blanquecina, alargada y porosa, y podri?an interpretar tanto el papel de la cicatriz como el del alca?zar, dependiendo de si, finalmente, se inclinan ma?s por la carta que nunca llego? o por la obra que cada uno se representa dentro.
Segunda voz - Auscultando absolutos se quedan contemplando el cielo; se ahogan enfa?ticamente en oce?anos de significados, ideales, esencias, conceptos. Oscuros acertijos que corren hacia horizontes, contra gigantes, por esperanzas. Esta?n atravesados por la e?pica de aprendices de quijote, trovadores sin aliento, cuando lo que anhelan es ser recorridos al trantra?n por la llaneza de juglares sanchopanzas. Si apareciese tan so?lo el rucio, tambie?n sere? yo; daos una vuelta.
Tercera voz - A mi vecina se le ha escapado una gallina y me pide ayuda para atraparla. Se trata de una gallina vieja, sin apenas plumas, sucias las que conserva. ¡Quie?n sabe el tiempo que no pone huevos! Se asusta, persigue algo invisible, huye de si? misma dando vueltas sin sentido; finalmente, logramos guiarla para que, ella sola, se encamine al huerto. A mi? se me han escapado estos versos, ayudadme a que prosigan su camino.
Cuarta voz ? ?Echar a andar alrededor del mundo es una ganga. ¡Avante! ¡A toda ma?quina! Tesoros, rubi?s, diamantes; jaspe y jade. ¡¡Largar a proa!!?. ¡Ah, del barco!, ¡hombre al agua!