Somos todo lo que el nuevo sistema social rechaza, pero que necesita reflejarse para no serlo. Somos otro hablar, otros ojos que ven la vida, siempre y en todo caso desde abajo. Somos el último aplauso de una comedia que representa el fluir amargo de la vida. La sonrisa triste, el figurante que recita un solo guión: la vergüenza. Somos los protagonistas que representan la nada, la tragedia, la pobreza, la miseria, el vestido sucio y roto, los calcetines agujereados, los zapatos sin suela, la lentitud, el atardecer de oportunidades nunca tenidas. La muerte que ensucia las aceras. De la vida, de los sentimientos, de la misericordia, sólo recibimos limosna. Precarios en todo aquello a lo que pertenecemos, siempre que, pertenezcamos a algo… «Afuera llueve, hace frío, estoy tumbado en el sofá, debajo de la manta, estoy a oscuras. Intento pensar en las cosas que tengo que hacer, pero esta noche sólo puedo pensar en las oportunidades perdidas, que son tristezas lacerantes que fluyen lentamente, lejos del tiempo presente, recorren cada detalle del pasado. Las imágenes fluyen ante mí, no puedo apartarlas, entonces me dejo capturar flotando por encima de todo. Un vórtice nostálgico me transporta al pasado, las manecillas de la memoria giran hacia atrás»