Se habla de renacimiento por un reavivamiento de las ideas, donde hubo una decidida participación de un médico tunecino llamado Constantino el Africano, quien, a finales del siglo XI, dejó una extasiante secuela de alrededor de 30 libros médicos traducidos del árabe. Esta labor se llevó a cabo en Salerno y Montecassino, gracias al decidido mecenazgo de Alfano de Salerno. Este escenario cultural y académico, desarrollado a la sombra de las ideas aristotélicas, fue la fuente y el origen de una medicina con objetivos científicos, centrada en la curación de los pacientes, la investigación de medicamentos y el estudio de material escrito.
Estas obras, provenientes de fuentes sirias, nestorianas, árabes, de Al-Ándalus y bizantinas, facilitaron el trabajo junto a la cama de los pacientes y la discusión de casos clínicos. Todo ello resultó en un emocionante desarrollo de nuevas obras y especialidades médicas como cirugía, farmacología, farmacéutica, nutrición, ginecología y obstetricia.
Por otro lado, la medicina del Renacimiento hace referencia al período del Renacimiento y está asociada a figuras destacadas como Andrés Vesalio, Teofrasto Paracelso, Ambrosio Paré y Miguel Servet, quienes, además, estuvieron vinculados a la revolución científica.
La Escuela de Salerno brilla en el firmamento científico, ya que permitió el florecimiento de muchas médicas y de profesoras como Trota di Ruggiero y las llamadas Damas de Salerno.
El autor, médico colombiano especialista en medicina interna, ha sido profesor universitario de posgrado y conferencista nacional e internacional. En este material, transmite su interés por la historia y revive la importancia de la Escuela de Salerno en el desarrollo de la medicina.