Pandora, el primer poemario de Alba Gonzalo Sánchez, se escribe desde la crudeza de un corazón herido y con él intenta descubrirnos un camino que, marcado por las vicisitudes de la vida, culmina en una valiosa evolución personal y en una mirada cargada de vitalismo.
El título nos traslada al mito de Pandora relatado por el poeta griego Hesíodo (en torno al 700 a.C.) y, por tanto, la autora pretende que se lea como si abriéramos esa caja. De ella saldrán las dudas, los miedos y las preocupaciones de la escritora que, poco a poco, le irán conduciendo al hallazgo de su voz lírica y, con ello, hacia el autoconocimiento.
Este poemario se divide en tres partes que tienen un hilo conductor: la introspección a través del diálogo constante y necesario de uno mismo con su álter ego. En la primera, Incertidumbre, los temas nos acercan a la necesidad de búsqueda de una voz poética y al miedo a que esta desaparezca por no ser capaz de expresar las inquietudes del alma; la segunda, Terror, muestra cómo esa voz ya empieza a tomar forma para hablar de culpa, de desgarro y de los tormentos interiores, sobre todo en torno al abandono, a la soledad y a la muerte; y, por último, Esperanza, nos guía hasta la aceptación de uno mismo gracias al amor -entendido desde sus diferentes matices- como forma superación y de redención, que, en definitiva, da sentido a la vida.
