Alberto Durero es el genio indiscutible del Renacimiento nórdico, un visionario que no se limitó a un solo medio. Su carrera abarcó la pintura, el grabado, el dibujo y la teoría del arte, con un dominio deslumbrante de cada campo. Sus retratos de príncipes y patricios lo hicieron famoso en vida, mientras que sus luminosos dibujos y acuarelas transformaron el boceto en una forma de arte por derecho propio: obras como Liebre joven se erigen como maravillas de la observación donde se captura la vida con una precisión y sensibilidad que siguen asombrando a día de hoy.
Originario de la bulliciosa ciudad de Núremberg, sus viajes lo pusieron en contacto directo con el humanismo renacentista, el color veneciano y los ideales clásicos de belleza. Los absorbió y reimaginó con precisión nórdica. Como artista de la corte de Maximiliano I y confidente de humanistas como Erasmo, se desenvolvió con soltura entre las grandes mentes de su época; sus reflexiones sobre la medida y la proporción lo consagraron como uno de los grandes pensadores europeos. Pero nunca dejó de producir obras de una intimidad asombrosa, desde severos autorretratos y elaborados grabados hasta meticulosos estudios de la naturaleza.
Este elegante volumen captura la magnitud del genio de Durero a través de todas las pinturas conocidas —muchas de ellas reproducidas con fotografías inéditas— y casi 500 dibujos. Desde retablos monumentales hasta retratos íntimos, desde delicados estudios del mundo que lo rodeó hasta atrevidos experimentos, su trabajo revela a un artista tanto de su tiempo como adelantado a él, un innovador cuya visión sigue vigente hoy en día. Más que un compendio de obras, es una celebración de un erudito que sigue asombrando e inspirando.