Aun siendo en España, más que en ningún otro país del mundo y en las circunstancias presentes, peligroso hacer vaticinios sobre el curso que pueda tomar en el futuro la política interior y sobre la suerte que vaya a correr el gobierno, puede asegurarse, sin embargo, que hoy, como hace un año, todo depende, aparte naturalmente de la posibilidad de una presión externa, de la actitud definitiva que pueda adoptar el ejército, única verdadera fuerza, respetada y respetable, que existe en el país. Ahora bien, pasado el momento en que los tenientes generales pedían el restablecimiento de la monarquía, los jefes principales y subalternos de las fuerzas armadas no han perdido ocasión de reiterar en público y en privado, su adhesión al Jefe del Estado y aun los propios signatarios de dicho documento, han terminado por sumarse a estas protestas de lealtad. Solidarizado más todavía con el régimen, con motivo de la crisis en las relaciones con Inglaterra y Estados Unidos no es posible prever hoy ninguna posibilidad de reacción auto gubernamental en el Ejército o la Marina Española. Tampoco existe hoy en España, fuerza popular organizada capaz de provocar un movimiento serio, contra el actual estado de cosas no es presumible que pueda existir, en un futuro próximo, ningún peligro interior serio para el actual gobierno y si este logra solucionar sus diferencias con los aliados y acentúa la reforma de las instituciones nada tendría de extraño que pudiera asegurarse su permanencia.(?) la lentitud con que se desarrolla la obra reformista se debe a que los gobernantes españoles no creen en el fin próximo de la guerra y no quieren precipitarse, sino evolucionar en la medida que las circunstancias se lo impongan. Así vemos que la famosa ley o declaración sobre los derechos de la personalidad humana, que deben ser la verdadera base y fundamento de la transformación, no se ha presentado todavía a las Cortes.
Francisco Umaña Bernal.
Ministro de Colombia. Madrid 23 de marzo de I944
