La sucesión al trono en las monarquías medievales de los diferentes reinos que se van constituyendo, fruto del proceso de reconquista cristiano en la Península Ibérica, se produce, en principio, a través de un sistema electivo, que, con el paso del tiempo se convierte en hereditario, dentro de un ámbito familiar reducido.
El tránsito de cambio de soberano a veces se realiza de forma pacífica, pero, en otras ocasiones, como es la que se narra en este libro, el conflicto interno y la sublevación aflora, trasladando el pleito sucesorio al resto de la sociedad en forma de guerras civiles, y consecuentemente enfrentando a miembros de la familia real, alta nobleza y clero, concejos, y pecheros, con graves pérdidas humanas, sociales y económicas.
La Corona de Castilla, que aglutina múltiples reinos conquistados a los moros, durante cinco siglos, es el espacio territorial donde se desarrolla la acción, con sus relaciones permanentes con Aragón, Portugal, Navarra y Francia, preferentemente.
La muerte prematura del primogénito varón de Alfonso X el Sabio es el desencadenante de una crisis político-jurídica que se alargara durante un tiempo dilatado, donde los otros hijos del soberano, los hijos del fallecido, y resto de miembros de la realeza, junto a los grandes magnates y el clero interactúan en una lucha por el poder. La ambición y la deslealtad de los protagonistas conforman un mosaico humano que merece la pena conocer.
Inmerso en pleno relato y por encima de este puzle de intereses personales, se eleva una reina, María de Molina, que va a sostener la unidad e indivisibilidad de la Corona de Castilla; todo un ejemplo de buen gobierno y firmeza, merecedora del respeto y la admiración de los amantes de la Historia de España.