Aprender a respirar supone un enorme beneficio: ayuda a combatir el nerviosismo, la irritabilidad, la agitación y el temor. Y, sobre todo, nos ayuda a armonizarnos y a vincular cuerpo y mente: nos conecta con la vida.
Respiramos. Somos seres básicamente respirantes desde el nacimiento. El aire llega y el aire parte, y la exhalación sigue a la inhalación como el anochecer al amanecer, la sombra al cuerpo, el silencio al ruido, una estación a la otra, la muerte a la vida. Así, la respiración es como el oleaje que no cesa mientras estamos vivos.
De niños nos enseñaron muchas cosas, pero muy pocas esenciales; buena parte de ellas, prescindibles. No nos enseñaron ni a respirar ni a servirnos de la respiración como un instrumento extraordinario de vitalidad, energización, introspección, concentración y salud psicosomática. Servirse de la respiración para estabilizar la mente y calmarse es de gran provecho.
En La ciencia de la respiración, el maestro Ramiro Calle nos invita a dominar esta prodigiosa herramienta, gran pacificadora de emociones que nos inquietan y fragmentan. Una obra eminentemente práctica para conseguir la transformación interior.