Este número es especial. Porque no solo habla de cocina, sino de trayectorias. Porque no solo muestra platos, sino convicciones. Porque no solo documenta el presente, sino que ya pertenece al futuro. Por sus protagonistas. Por su carga emocional. Por la sensación de que, de algún modo, todo lo que hemos aprendido en estos años se condensa aquí... este Apicius es especial.
Hoy, Casa Marcial brilla con tres estrellas Michelin. Pero más allá del símbolo, lo que realmente ilumina es el relato de una familia que ha hecho del arraigo una forma de resistencia y de la emoción una herramienta creativa. Este número contiene ese momento exacto: el de la cima y el del vértigo que acompaña cuando se corona un sueño.
Junto a Nacho, Sandra, Chus y Esther Manzano, aparece también la figura de Álvaro Salazar, que desde Voro (Mallorca), con dos estrellas Michelin y el respeto unánime de todo un sector, está construyendo una obra silenciosa, precisa, emocionante. Su trabajo representa esa vanguardia natural que no busca el impacto, sino la coherencia. La belleza de lo exacto.
Begoña Rodrigo, desde La Salita en Valencia, nos recuerda que la alta cocina también puede tener alma de barrio, de casa, de lucha. Su cocina está hecha de memorias y de carácter, de reivindicación y de ternura. Un universo propio, lleno de matices y de verdad.
Y desde Madrid, Bascoat, con su mirada vasca y su manera de reinterpretar el recetario desde la elegancia contemporánea, completa un número que emociona por su diversidad, por su madurez y por su narrativa.
